Decir la verdad puede ser doloroso, pero como periodista siempre busco la verdad y para mostrar cuán peligrosa puede ser la verdad, solo tenemos que retroceder hacia la época del renacimiento cuando miles de niños fueron descritos como ‘ilegítimos’, Leonardo de Vinci fue uno de ellos.
Debido a que tuvieron la desgracia de nacer de padres solteros, fueron condenados al aislamiento forzoso, discriminados, no podían estudiar, no podían ser profesionales sin que se expusieran sus antecedentes y otras cosas que lo denigraban.
Esto alejó a muchos de ellos, ya que eran los repudiados, a nadie le importaba cuánto sufrían o la miseria en que se convertían sus vidas, nadie consideró cómo se sentían y cuáles eran sus posibilidades de éxito.
En la actualidad rara vez escuchamos el término «hijo ilegítimo», pero aún puede significar mucho para algunas personas, las religiones crearon este problema, tal como lo hacen ahora con la cuestión del matrimonio entre personas del mismo sexo.
El cielo y el infierno son los escenarios (tabú) en que se apoyan las religiones, en mi experiencia, estos lugares no existen, pero son armas para atraer a las personas a las congregaciones y mantenerlas allí.
Mi palabra en un artículo fueron calificadas de negativa porque escribí la verdad de lo que vi en una actividad política donde asistí como invitado miembro de la prensa. Cabe destacar, que como persona que busca la verdad quiero que sepa lo malo que es seguir ciegamente lo que otros te dicen como mentira.
Recientemente en la fiesta de empleados de la entidad más importante del municipio SDE, una persona meses anteriores había escrito en las redes sociales falsas acusaciones contra mí y otro colega, ya en la fiesta, en ese momento pedía una fotografía a mi lado, le di la espalda, no soporto la mentira. Los lectores deberían mirar en qué se ha convertido el mundo debido a las mentiras y el engaño. La verdad no es peligrosa para los individuos, pero lo es para quienes quieren mantener la mentira para defender sus intereses.
